Saludos muy fraternos en este nuevo tiempo que el Señor nos regala.
Los frailes franciscanos estamos presentes desde más que ocho siglos en Marruecos. En otros tiempos hubo en las ciudades muy florecientes comunidades cristianas, formadas exclusivamente por europeos. Muestra de ello son los fabulosos y granes templos en casi todas las ciudades grandes de Marruecos. Poco a poco los europeos han ido disminuyendo y ahora son solo una minoría de los cristianos residentes.
Hace unos 12 años, Marruecos abrió las puertas de sus universidades a estudiantes africanos subsaharianos, que comenzaron a llegar y a los que siguieron, poco después, inmigrantes del mismo continente que no venían a estudiar. En la actualidad, más del 80 % de los parroquianos son africanos y algo menos del 20 % europeos, en su mayoría españoles que decidieron afincarse en Marruecos, pero también algunos funcionarios y otras personas que pasan algunos años en el país.
Desde Tánger y Tetuán se atiende la pastoral penitenciaria. En la ciudad hay una prisión donde cumplen su pena unos 30 europeos a los que acompañamos de diferentes maneras. Sus familias están en contacto con nosotros y nos envían cartas o dinero para que les compremos ropa u otras cosas y se las lleve a la cárcel. Tenemos algunos encuentros de formación y una vez al mes celebramos la eucaristía. Se encuentran distanciados de sus familias que, por las circunstancias actuales, encuentran muchas dificultades para poder visitarlas, así que sufren el aislamiento.
Cuando el papa Francisco visitó Marruecos en 2019 intentamos conseguir el indulto para ellos, porque cuando vino Juan Pablo II en 1985, el Gobierno marroquí liberó a todos los prisioneros cristianos que había en las cárceles. Al final, a pesar de que recopilamos información e hicimos un gran trabajo burocrático, no fue posible. Aun así, continuamos trabajando juntos.
Desde Caritas ayudamos con alimentos o medicamentos a marroquíes que nos piden ayuda, una labor social que se prolonga en el centro parroquial, donde gestionamos una escuela de costura para mujeres marroquíes, un centro cultural juvenil y un lugar para el descanso y el apoyo a los inmigrantes.
Estamos abiertos al diálogo ecuménico e interreligioso con el islam y organizamos de vez en cuando algún encuentro. El pueblo marroquí pronuncia con mucha frecuencia el nombre de Dios y se somete a su voluntad con una fe admirable y muy real. Son fieles a la oración y es fácil encontrarlos orando incluso por las calles.
Vivir en Marruecos ayuda a descubrir una Iglesia muy generosa, entregada al bien de los demás, una Iglesia que da sin esperar nada a cambio, ni conversiones, ni agradecimientos de ningún tipo. De esta manera el amor por la Iglesia se hace crecer y este es un gran regalo que la Misión nos regala.
Simeón ofm, Director Nacional de OMP Marruecos
TANGER, Febrero - 2022