Una vez más, nos acercamos a vivir el Octubre Misionero, un tiempo fuerte dedicado a despertar el espíritu misionero universal de la Iglesia. En los meses previos al octubre, ya se ha dicho y escrito bastante sobre el lema propuesto por el Papa: “No podemos dejar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20). Se han preparado muchos subsidios para animar la colaboración misionera. Un buen número de dichos recursos contiene el presente número de “Iglesia Misionera hoy”.
Ahora nos queda una tarea importante: compartir estos recursos entre todos y “darles vida”, dinamismo, y nuestra impronta personal, pues celebrar el mes misionero no se trata sólo de “hablar de las misiones”, sino asumir el rol de misionero desde su propia familia y comunidad. Este año estamos invitados a narrar a los demás nuestra experiencia personal del encuentro con Cristo como una experiencia vital, decisiva y transformadora.
¿Cómo hacerlo? Para responderlo, me valdré de un famoso ejemplo, tomado del libro de J. M. Alimbau, “Palabras para momentos difíciles”. El autor cuenta una historia ocurrida en un castillo de Inglaterra. Fue donde al final de una cena, un famoso actor de teatro y cine entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Después se ofreció para declamar otros textos. Un sacerdote preguntó al actor si podría recitar el Salmo 23.
"- Sí, lo recitaré a condición de que después lo recite usted", respondió el actor. El sacerdote accedió. El actor hizo una bellísima interpretación con una dicción perfecta: "El Señor es mi pastor, nada me falta, etc." Los invitados, al final, aplaudieron vivamente. Después llegó el turno al sacerdote. Pero esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y hasta algunas lágrimas... El actor se mantuvo en silencio durante unos instantes. Después se levantó y dijo: "Señoras y señores, espero que ustedes se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido aquí y ahora. Yo conocía el Salmo 23 y he recitado el texto, pero este sacerdote, además de recitar el texto, conoce al Pastor."
El sacerdote de esta historia dio testimonio de la experiencia de la cercanía y amistad con el Señor. Parece que sus palabras, ungidas por el Espíritu, hicieron a los oyentes ver y oír al mismo Cristo. El Papa Francisco nos exhorta a recuperar la frescura original del Evangelio y a implementar palabras que hacen arder los corazones pues no se necesita transmitir verdades abstractas y frías, sino hablar de corazón, un corazón iluminado por Dios.
La celebración del Octubre Misionero 2021 nos invita a revivir nuestra vocación de testigos de Cristo vivo y presente en nuestras vidas.
¡Contemos, pues, lo que hemos visto y oído y hagámoslo de la manera más bonita que sepamos! Con nuestras palabras. Con nuestro corazón. Con alegría y entusiasmo: Para que otros vean y oigan.
P. Jerzy Marian Faliszek, SVD - Director Nacional, Agentina