
Cuaresma Misionera 2022 con Paolo Manna
LA ORACIÓN
«Cuando nuestros corazones estén unidos a Dios en la intimidad de la meditación y de la oración, entonces el fuego ‘arderá’ y nuestro amor nos sugerirá ese celo ingenioso, práctico, perseverante e incansable que distingue al verdadero apóstol de Jesucristo». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 49)
«El hombre de oración está como inmerso en una luz sobrenatural». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 122)
«Es valioso saber predicar, pero es mucho más valioso saber orar. El misionero que posee una buena lengua y sabe predicar, pero que reza poco, expondrá muy bien las verdades de nuestra Santa Religión, pero dejará frías a las almas. El misionero que tiene mucha intimidad con Dios en la oración, aunque no sea un gran orador, tendrá siempre el don de transfundir el espíritu de Jesucristo en las almas […]. El primero enseñará a Jesucristo, el otro lo hará ver». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 56)
«El misionero dedicado a la oración obliga al Espíritu Santo a actuar, y entonces se realiza la obra de las verdaderas conversiones». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 201)
«Omitir la oración a causa del trabajo “ ¿no es dejar a Dios por Dios? Error capital: eso es dejar a Dios por el diablo. ¡Oh! Él, el diablo, no tiene miedo de ciertas obras católicas basadas en el clamor, la confusión y el amor propio… nos deja hacerlo, nos ayuda y… se ríe de ello. Son las virtudes interiores, es la oración lo que le molesta”». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 192)
« ¿De qué nos extrañamos si los hombres no nos escuchan, cuando nosotros no sabemos escuchar a Dios, y nos aburre su compañía en la oración y no sabemos pasar una hora al pie del Tabernáculo?» (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 195)
«Entre los medios que Nuestro Señor ha puesto en nuestras manos para poder cooperar en la propagación de la fe y en la salvación de las almas, el más eficaz e indispensable y también el más fácil es aquel de la oración». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 265)
«La oración es el medio más fácil, no requiere ni esfuerzo físico, ni gastos, ni viajes, ni trabajo, ni sufrimientos, ni martirio. Una Misa, una comunión, la ofrenda a Dios de nuestra jornada con sus gozos y con sus penas, una palabra, un deseo, un pensamiento valen más que una vistosa limosna». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 266)
«Con sus fervientes oraciones ustedes pueden ser eficaz instrumento de salvación para tantos infelices que tal vez no conocerán nunca sobre esta tierra, pero que en el cielo les deberán una gratitud perenne». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 271)
LA CRUZ
«El crucifijo lo es todo para el misionero. ¡Es su fuerza, su consuelo, su ejemplo, su valentía, su triunfo! El Crucifijo es la explicación del Misionero, y sin el Crucifijo, del misionero no queda siquiera una idea». (P. Manna, Operarii autem pauci! La vocazione alle missioni estere, Milán 1960, op. cit., p. 153)
«¡Ardua es la vida apostólica, no vale negarlo! Ella impone gravísimos sacrificios, dolorosos desapegos, largas privaciones, grandes sufrimientos. No sería tan bella y admirable, tan grande y heroica, si no fuese ardua y plagada de dificultades. ¡Cuántos sin embargo, todavía en el mundo, por alcanzar un ideal, por acumular riquezas, por la satisfacción tal vez de una pasión, van al encuentro y se someten a no suaves sacrificios, a larguísimos estudios! ¡Cuántos no ponen en peligro incluso su vida! Además qué dificultades no caen ante el amor. ¡Pero las dificultades de la vida apostólica, por graves que sean, no son por cierto insuperables! Basta verlas del lado justo, verlas desde la fe y como inspiradas por el amor; verlas así, en vez de espantar, alientan y seducen». (P. Manna, Operarii autem pauci! La vocazione alle missioni estere, Milán 1960, op. cit., p. 127)
«Es a los pies del crucifijo, más que en las mejores habilidades y dotes de los predicadores, donde se han de buscar los secretos de un fecundo apostolado». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 271)
«Dios podía salvar este y otros mil mundos con un simple acto de su voluntad, y en cambio quiso salvarlo con los sufrimientos, las oraciones y las enseñanzas de su Hijo Unigénito. Y así como se realizó la Redención, así quiere aplicar sus méritos a los hombres, es decir, a través de los sufrimientos, las oraciones y las enseñanzas de Su Iglesia». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 273)
«Es además cosa sumamente eficaz unir a la oración también la ofrenda de nuestros sufrimientos e interesar a los pobres afligidos, a los enfermos para que den un fin apostólico a sus sufrimientos ofreciéndolos al Corazón de Jesús por las misiones. Jesús ha salvado el mundo por medio de la Cruz, y es sólo y siempre por medio de la la expiación como se salvan y se salvarán las almas». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 275)
«Los misioneros convierten más con la oración y con el sufrimiento que con la predicación, o lo diré mejor, su predicación es tanto más eficaz cuanto más es fecundada por las gracias que obtienen de Dios por medio de sus oraciones unidas a sus sufrimientos». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 276)
«Cada uno que se dedique a la salud de las almas debe esperar el sufrimiento; cuanto más los misioneros, que no tienen otro objetivo fuera de aquel de dar nuevos hijos a Dios y a la Iglesia en los países infieles. Y los hijos no se dan a luz sin dolor. Es muriendo en la cruz como Jesús nos ha dado a luz a la vida eterna; es a los pies de la cruz que María se convierte en nuestra madre. En el orden sobrenatural, el dolor y a menudo también la muerte son razón de fecundidad». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 125)
«La pasión de Nuestro Señor por la salud de las almas no se agotó en su divina Persona; se prolonga en sus misioneros y en todos los ministros de la Iglesia». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 126)
«Nos hace ver más de cerca la Cruz, la que sólo explica al misionero, la que lo inspira, sostiene y corona. Pobre del misionero, pobre del joven aspirante que en su vocación tiene una visión distinta a la del Calvario, que sabe leer muchos libros pero muy poco su Crucifijo, que tiene otras aspiraciones e intenciones que las del Apóstol que no esperaba otra cosa y que no se glorificó de otra cosa que en la Cruz de Jesucristo: "En cuanto a mí, no me gloriaré en otra cosa sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo (Gal 6,14)». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 132)
«Siempre en los caminos de Dios, de la muerte nace la vida; el sacrificio debe preceder a la gloria; de los sufrimientos, del dolor viene la fuerza para el triunfo». (P. Manna, Virtù Apostoliche, Milán 1944, p. 133)
«No entiende su vocación de misionero quien aceptando la parte activa de su ministerio de enseñar, predicar, bautizar, no acepta también la parte pasiva de víctima por Jesús, de víctima con Jesús para obtener la conversión de las almas». (P. Manna, Virtù Apostoliche. Lettere ai missionari, Bologna 1997, p. 403)