Jesús es la imagen del Padre y lo manifiesta con gestos y lenguaje humanos
(Beato Paolo Manna)
Jesucristo enviado del Padre
Del Evangelio según san Juan
«Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?”». (Jn 14,8-10)
«Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él». (Col 1,15-16)
Del Magisterio de la Iglesia
«Cristo Jesús fue enviado al mundo como verdadero mediador entre Dios y los hombres. Por ser Dios habita en El corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Cf. Col., 2,9); según la naturaleza humana, nuevo Adán, lleno de gracia y de verdad (Cf. Jn., 1,14), es constituido cabeza de la humanidad renovada. Así, pues, el Hijo de Dios siguió los caminos de la Encarnación verdadera: para hacer a los hombres partícipes de la naturaleza divina; se hizo pobre por nosotros, siendo rico, para que nosotros fuésemos ricos por su pobreza (2 Cor., 8,9)». (Conc. Vat. II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad Gentes, 3)
«[Dios] Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, “hombre enviado, a los hombres”, “habla palabras de Dios” y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió». (Pablo VI, Constitución dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum, 4)
«Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuestas por Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre». (Pablo VI, Exhortación Apostólica acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo, Evangelii Nuntiandi, 6)
De los escritos del B. Paolo Manna
«El Hijo único del Padre se hace hombre para ofrecer al Padre, para devolverle, todos aquellos hijos que el pecado le había quitado y los redime con el precio de su sangre; se convierte así en el Primogénito de muchos hermanos a los que, con su muerte, devolvió la vida divina. Por tanto, hemos vuelto a ser hijos de Dios, porque la vida divina que brota del Padre en el Hijo, que fluye del Hijo en la Humanidad santa asumida, circula por obra de Cristo en todos los redimidos que quieren acogerla con el Santo Bautismo. ¡Que misterio de amor!». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 22-23)
«La primera característica soberana de Jesús es la de declararse, de reconocerse como Hijo del Padre, el Padre es su principio, todo le viene de Él. […] No hace nada por sí mismo, sino sólo aquello que le ve hacer al Padre. Su juicio es justo porque no busca su propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que lo ha enviado». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 24)
«El Hijo de Dios es tan semejante al Padre, que el Padre se refleja en Él y encuentra en Él todas sus perfecciones: es un espejo sin mancha, Él está extasiado por esta semejanza viviente: Este es mi Hijo predilecto, en quien me complazco». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 25)
«En el cielo sucede esto: del amor infinito con el cual el Hijo es movido hacia el Padre y que se encuentra con el del Padre, procede el Espíritu Santo, que es el amor sustancial del Padre y del Hijo. Este amor resplandece en Jesús de manera perfecta: toda su vida se resume en este amor». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 26)
«Este amor de Jesús por el Padre está en el fondo de todos los misterios de su vida». (P. Manna, Chiamati alla santità, Nápoles 1977, p. 27)
«El mismo Señor nuestro Jesucristo ha fundado su autoridad de enseñar en la misión que ha recibido del Padre». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milano 1920, p. 14)
Preguntas para la reflexión
- ¿Cómo vivo “la imitación de Cristo” en mis pensamientos, palabras y acciones?
- ¿Los otros, al mirarme, ven en mí y a través de mí a Dios que es amor?
- ¿Recuerdo, en mi vida de todos los días, que soy el hijo predilecto de Dios? ¿Me siento orgulloso y feliz por esto?
ORACIÓN
Oh Dios, te agradezco por el don de la vida.
Bendíceme y ayúdame a vivir una buena jornada.
Te pido, Dios que eres Amor, que me hagas como Tú.
Sé bueno conmigo hoy y siempre,
para que yo pueda ser bueno con todos en casa y en el trabajo.
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.