Junio 2022

Meditaciones para sacerdotes

 

Los sacerdotes tienen las llaves “para abrir” las misiones
(Beato Paolo Manna)
El cometido especial de los sacerdotes en las misiones

De los Hechos de los Apóstoles

«Un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo: “Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto”. Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y pégate a la carroza”. Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?”. Contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?”.  Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco: “Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?”. Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría. Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea». (Hch 8, 26-31a. 36-40)

Del Magisterio de la Iglesia

«Los presbíteros, [...] han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (cf. Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino. Participando, en el grado propio de su ministerio, del oficio del único Mediador, Cristo (cf. 1 Tm 2,5), anuncian a todos la divina palabra». (Conc. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, 28)

«Pues los ministros que poseen la sacra potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos pertenecen al Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tendiendo libre y ordenadamente a un mismo fin, alcancen la salvación». (Conc. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, 18)

«El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al Cuerpo de los Pastores, ya que a todos ellos, en común, dio Cristo el mandato, imponiéndoles un oficio común…». (Conc. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, 23)

«Pues como nadie puede salvarse, si antes no cree, los presbíteros, como cooperadores de los obispos, tienen como obligación principal el anunciar a todos el Evangelio de Cristo, para constituir e incrementar el Pueblo de Dios, cumpliendo el mandato del Señor: “Id por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura” (Mc., 16, 15) ». (Conc. Vat. II, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, Presbyterorum Ordinis, 4)

«El don espiritual que recibieron los presbíteros en la ordenación no los dispone para una misión limitada y restringida, sino para una misión amplísima y universal de salvación "hasta los extremos de la tierra" (Act., 1, 8), porque cualquier ministerio sacerdotal participa de la misma amplitud universal de la misión confiada por Cristo a los apóstoles. Pues el sacerdocio de Cristo, de cuya plenitud participan verdaderamente los presbíteros, se dirige por necesidad a todos los pueblos y a todos los tiempos, y no se coarta por límites de sangre, de nación o de edad, como ya se significa de una manera misteriosa en la figura de Melquisedec . Piensen, por tanto, los presbíteros que deben llevar en el corazón la solicitud de todas las iglesias». (Conc. Vat. ii, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, Presbyterorum Ordinis, 10)

«Los presbíteros [...] estén profundamente convencidos que su vida fue consagrada también al servicio de las misiones». (Conc. Vat. II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad Gentes, 39)

«Los presbíteros, en virtud del sacramento del Orden, están llamados a compartir la solicitud por la misión: “El don espiritual que los presbíteros recibieron en la ordenación no los prepara a una misión limitada y restringida, sino a la misión universal y amplísima de salvación ‘hasta los confines de la tierra’, pues cualquier ministerio sacerdotal participa de la misma amplitud universal de la misión confiada por Cristo a los Apóstoles”». (Juan Pablo II, Carta Encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero, Redemptoris Missio, n. 67)

«Todos los sacerdotes deben de tener corazón y mentalidad misioneros, estar abiertos a las necesidades de la Iglesia y del mundo, atentos a los más alejados y, sobre todo, a los grupos no cristianos del propio ambiente». (Juan Pablo II, Carta Encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero, Redemptoris Missio, n. 67)

De los escritos del B. Paolo Manna

«La clave del problema misionero está en manos del sacerdote, porque sólo él puede y tiene la tarea de animar, promover y guiar el gran movimiento misionero entre los infieles».  (P. Manna, Per una Unione Missionaria del Clero, Milán 1916, p. 9)

«No hay medio más legítimo para llevar la verdad a las mentes y a los corazones de los fieles que a través del sacerdote, que es el único que tiene autoridad para enseñarles e influencia sobre ellos. Una idea predicada e inculcada por él con insistencia acabará siendo aceptada por los fieles como norma de conducta. Haced que cien, que mil sacerdotes adhieran a esta causa de Dios, y que hablen de ella desde el púlpito con instrucciones regulares cuando sea más oportuno y si se presenta la ocasión: inadvertidamente su espíritu, su celo se infundirá en los fieles, y tendréis cien, mil comunidades más para colaborar con la Iglesia en la gran obra del apostolado. El punto débil de la obra de evangelización no está en los misioneros, no está en los infieles, ni siquiera en los fieles... el punto débil está en el púlpito. Cuando la idea misionera haya conquistado el púlpito, entonces se habrá dado un gran paso adelante en la cooperación misionera». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 217)

«Los fieles deben ser instruidos sobre la misión de la Iglesia y las necesidades de todas las misiones. De esto pueden y deben hablar los sacerdotes, que, como ministros del Evangelio, son también los ministros naturales de esta predicación. Para esto no es necesario que los sacerdotes hayan estado en misión. Ningún sacerdote que predica sobre el cielo, el purgatorio o el infierno ha estado allí, y sin embargo, ¡qué hermosos sermones saben predicar!». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 218)

«Un sacerdote no tiene que ir de misión para ser misionero. Le basta con arder de celo para difundir la fe. A menudo habla de esto a sus fieles, especialmente a los jóvenes. Difunde la prensa misionera, reza y recomienda asiduamente la oración por la conversión de los infieles y la multiplicación de los obreros evangélicos. Transfunde su espíritu en las almas que guía. ¿Será difícil para un sacerdote así discernir entre sus ovejas a algún joven predestinado a convertirse un día en apóstol de Jesús? (...) Las vocaciones vienen de Dios, pero generalmente se determinan por medios humanos, los cuales se han puesto en manos del sacerdote». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 223)

Preguntas para la reflexión

  • ¿Hasta qué punto me siento responsable de las misiones?
  • ¿Difundo la prensa misionera en mi trabajo pastoral? ¿Colaboro con las Obras Misionales Pontificias? ¿Dirijo algún grupo misionero?
  • ¿En qué medida estoy comprometido con la formación y la animación misionera entre aquellos a los que sirvo?

 

ORACIÓN

Señor, has querido salvar a la humanidad y por eso has fundado la Iglesia como comunidad de hermanos unidos en tu amor. No dejes de visitarnos y de llamar a los que has elegido para que sean la voz del Espíritu Santo, levadura de una sociedad más justa y fraterna.

Obtén para nosotros del Padre celestial los guías espirituales que necesitan nuestras comunidades: verdaderos sacerdotes del Dios vivo que, iluminados por tu Palabra, sepan hablar de ti y enseñar a los demás a hablar contigo.

Mira, Señor, a toda la humanidad y ten piedad de los que te buscan en la oración y en con una vida recta, pero no te han encontrado todavía: revélate a ellos como el Camino que lleva al Padre, como la Verdad que nos hace libres, como la Vida que no tiene fin. Haz, Señor, que vivamos en tu Iglesia con espíritu de servicio fiel y de entrega total, para que nuestro testimonio sea creíble y fecundo. Amén

 

Personas consagradas

 

Si Dios es lo primero, Dios mismo podrá servirse de nosotros para hacer cosas hermosas
(Beato Paolo Manna)
El aspecto misionero de la vida consagrada  

De los Hechos de los Apóstoles

«Un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo: “Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto”. Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y pégate a la carroza”. Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?”. Contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?”.  Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco: “Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?”. Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría. Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea». (Hch 8, 26-31a. 36-40)

Del Magisterio de la Iglesia

«Los religiosos, también ellos, tienen en su vida consagrada un medio privilegiado de evangelización eficaz. (...) Ellos son por su vida signo de total disponibilidad para con Dios, la Iglesia, los hermanos.

(...) Este testimonio silencioso de pobreza y de desprendimiento, de pureza y de transparencia, de abandono en la obediencia puede ser a la vez que una interpelación al mundo y a la Iglesia misma, una predicación elocuente, capaz de tocar incluso a los no cristianos de buena voluntad, sensibles a ciertos valores. ». (Pablo VI, Exhortación Apostólica acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo, Evangelii Nuntiandi, 69)

«En su llamada está incluida por tanto la tarea de dedicarse totalmente a la misión; más aún, la misma vida consagrada, bajo la acción del Espíritu Santo, que es la fuente de toda vocación y de todo carisma, se hace misión, como lo ha sido la vida entera de Jesús. La profesión de los consejos evangélicos, al hacer a la persona totalmente libre para la causa del Evangelio, muestra también la trascendencia que tiene para la misión. Se debe pues afirmar que la misión es esencial para cada Instituto, no solamente en los de vida apostólica activa, sino también en los de vida contemplativa.

En efecto, antes que en las obras exteriores, la misión se lleva a cabo en el hacer presente a Cristo en el mundo mediante el testimonio personal. ¡Este es el reto, éste es el quehacer principal de la vida consagrada!

! (...) Se puede decir por tanto que la persona consagrada está «en misión» en virtud de su misma consagración, manifestada según el proyecto del propio Instituto». (Juan Pablo II Exhortación Apostólica Postsinodal sobre la vida consagrada y su misión  en la Iglesia y en el mundo, Vita Consecrata, 72)

«La aportación específica que los consagrados y consagradas ofrecen a la evangelización está, ante todo, en el testimonio de una vida totalmente entregada a Dios y a los hermanos, a imitación del Salvador que, por amor del hombre, se hizo siervo». (Juan Pablo II Exhortación Apostólica Postsinodal sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo, Vita Consecrata, 76)

«... los miembros de cada Instituto deberían repetir estas palabras con el Apóstol, por ser tarea de la vida consagrada el trabajar en todo el mundo para consolidar y difundir el Reino de Cristo, llevando el anuncio del Evangelio a todas partes, hasta las regiones más lejanas». (Juan Pablo II Exhortación Apostólica Postsinodal sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo, Vita Consecrata, 78)

De los escritos del B. Paolo Manna

«Este celo por la salud de los no cristianos debe formar parte de la vida de toda alma consagrada que ame a Jesucristo». (P. Manna, Donne senza paura, Nápoles 1977, p. 8)

«Oh, si todas las religiosas de Italia, que pueden ejercer una influencia tan benéfica a su alrededor, especialmente entre la juventud, llevasen en su corazón la causa de los no cristianos, cuánto acelerarían la llegada del Reino de Dios». (P. Manna, Donne senza paura, Nápoles 1977, p. 8)

«El trabajo de las hermanas, que hasta ayer se reconocía como de gran utilidad para el apostolado, actualmente debemos decir que es necesario e imprescindible. Bien puede decirse que las misiones sin la contribución de las hermanas hoy estarían incompletas». (P. Manna, Donne senza paura, Nápoles 1977, p. 12)

«Si las hermanas (...) estuvieran todas inflamadas de celo misionero, y en sus colegios, escuelas y jardines de infancia promoviesen incansablemente la obra de las misiones, difundiendo las noticias, recogiendo donativos, fomentando las vocaciones, ¡qué inmenso servicio prestarían a la Santa Iglesia!» (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 233)

Preguntas para la reflexión

  • ¿En qué medida me siento responsable de las misiones?
  • ¿Doy testimonio misionero en mi servicio diario?  
  • Según mis posibilidades, ¿difundo la prensa misionera? ¿Colaboro con las Obras Misionales Pontificias? ¿Dirijo algún grupo misionero?
  • ¿Me interesa la vida misionera de la Iglesia? ¿Apoyo con mis oraciones el trabajo de las Obras Misionales Pontificias y de las personas que sirven en las zonas de misión?

 

ORACIÓN

Señor, has querido salvar a la humanidad y por eso has fundado la Iglesia como comunidad de hermanos unidos en tu amor. No dejes de visitarnos y de llamar a quienes has elegido para que sean voz del Espíritu Santo, levadura de una sociedad más justa y fraterna.

Haz que crezca tu Iglesia y el número de personas consagradas, para que sirvan a los más alejados. Que nuestras comunidades canten y alaben la Eucaristía como ofrenda de acción de gracias por tu gloria y tu bondad, y salgan a las calles del mundo a proclamar la alegría y la paz, dones preciosos de tu salvación.

Mira, Señor, a toda la humanidad y ten piedad de los que te buscan en la oración y en la vida recta, pero no te han encontrado todavía: revélate a ellos como el Camino que lleva al Padre, como la Verdad que nos hace libres, como la Vida que no tiene fin. Haz Señor, que vivamos en tu Iglesia con espíritu de servicio fiel y de entrega total, para que nuestro testimonio sea creíble y fecundo. Amén.

S. Juan Pablo II

Laicos

 

Para que el espíritu misionero impregne a todo el Pueblo de Dios, es necesario que los corazones de los niños y jóvenes se sumerjan en él
(Beato Paolo Manna)
Niños y jóvenes

Del Evangelio según san Marcos

«Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores».  (Mc 10, 13-16)

Del Magisterio de la Iglesia

«También los niños tienen su actividad apostólica. Según su capacidad, son testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros». (Conc. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos, Apostolicam Actuositatem, 12)

«Pero, además, es necesario que los jóvenes bien formados en la fe y arraigados en la oración, se conviertan cada vez más en los apóstoles de la juventud. La Iglesia espera mucho de ellos. Por nuestra parte, hemos manifestado con frecuencia la confianza que depositamos en la juventud». (Pablo VI, Exhortación Apostólica acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo, Evangelii Nuntiandi, 72)

«Los jóvenes no deben considerarse simplemente como objeto de la solicitud pastoral de la Iglesia; son de hecho —y deben ser incitados a serlo— sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social». (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-sinodal sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, Christifideles Laici, 46)

«Cabe reconocer que, en el contexto actual de crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado. Algunos participan en la vida de la Iglesia, integran grupos de servicio y diversas iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!» (Papa Francisco, Exhortación Apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, Evangelii Gaudium, 106)

De los escritos del B. Paolo Manna

«En la juventud está la esperanza de las misiones, por lo que debemos considerar este tema desde una doble perspectiva: lo que debe hacerse para educar a los jóvenes hacia el deber misionero, y lo que la juventud puede y debe prestar a la gran causa». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 247)

«Es nuestro deber dar a los jóvenes una educación sobre las misiones. Hay que enseñarles que la última voluntad de Jesús forma parte de nuestra fe y de los deberes de nuestra vida». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 248)

«La adolescencia es una época de formación: en ella se forman los hábitos que nos acompañarán toda la vida. Para que un mayor espíritu misionero impregne a todo el pueblo cristiano, para que este espíritu se convierta en una fuerza de expansión de la Iglesia, es necesario que los corazones de los jóvenes se familiaricen con ello». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 248)

«La educación cristiana sin formación misionera no confiere al adolescente una idea completa de la religión, perjudica a la Iglesia y se priva de los elementos más nobles de la educación». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 248)

«En la vida de los círculos, de las organizaciones juveniles, la idea misionera suscita un fermento de vida y de acción simpático y fructífero, hasta el punto de poder decir: “Queréis despertar la vida, la acción de un círculo, de una comunidad, intentad plantear la cuestión misionera y el éxito estará asegurado”». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 251)

Preguntas para la reflexión

  • Según mis posibilidades, ¿difundo la prensa misionera? ¿Colaboro con las Obras Misionales Pontificias? ¿Dirijo algún grupo misionero?
  • Si soy catequista, ¿cuánto tiempo dedico a los temas misioneros durante la catequesis?
  • ¿Me interesa la vida misionera de la Iglesia? ¿Apoyo con mis oraciones el trabajo de las Obras Misionales Pontificias y de las personas que sirven en las zonas de misión?

 

ORACIÓN

Dios Padre, que cuidas de los niños y jóvenes, ayúdales a encontrar la verdad que desean en sus vidas y a no seguir la falsedad y la hipocresía del mundo. Muéstrales cómo prepararse mediante el estudio y el trabajo para asumir las responsabilidades que les esperan en su vida. Haz que disfruten de la belleza del mundo y se alegren de su juventud, que confíen en sus padres y educadores. Que se sientan llamados a seguir el mandato de tu Hijo de ser sus testigos hasta los confines de la tierra. Haz que se comprometan de todo corazón con la obra misionera de la Iglesia, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.