Marzo 2022

Meditaciones para sacerdotes, personas consagradas, laicos

 

El secreto de un eficaz apostolado no está tanto en la capacidad del predicador, sino en el estar a los pies de la Cruz
(Beato Paolo Manna)

La oración y la enfermedad en la animación misionera

De la carta de San Pablo a los Filipenses

«Es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación perversa y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida». (Fil 2,13-16)

Del Magisterio de la Iglesia

«A tres se reducen los géneros de ayuda a las Misiones, que los mismos misioneros no cesan de encarecérnoslos. Es el primero, fácilmente asequible a todos, el de la oración para pedir el favor de Dios. […]En segundo lugar, urge la necesidad de cubrir los huecos que abre la extremada falta de misioneros […] El tercer recurso, y no escaso, que reclama la actual situación de las Misiones es el de la limosna». (Benedicto XV, Carta apostólica sobre la propagación de la fe católica en el mundo entero, Maximum Illud, n. 82, 86, 92)

«Y, en primer lugar, procurad de palabra y por escrito introducir entre vuestros fieles y hacer que crezca constantemente la santa costumbre de «rogar al Señor de la mies que envíe obreros a su campo» (Mt 9,38) y pedir para los fieles los auxilios de la luz y gracia celestiales. Reparad que hemos dicho la «costumbre y uso constante» y duradero de orar, porque, como todos vemos, ésta ha de lograr e influir necesariamente con la misericordia divina mucho más que las plegarias aisladas o encargadas sólo de cuando en cuando.

Trabajen, pues, fatíguense y aun den su vida los portavoces del Evangelio por convertir a los paganos a la religión católica, y pongan en ello ingenio, habilidad y todo género de medios humanos: pero no darán un paso adelante, todo será en vano, si Dios, con su gracia, no toca las almas de los infieles y las ablanda y las atrae hacia sí. Fácilmente se echa de ver, puesto que no hay nadie que no pueda orar, que está en manos de todos este socorro y como alimento de las Misiones». (PÍO XI, Carta Encíclica sobre la acción misionera, Rerum Ecclesiae, n. 28-31)

«Misionera desde su origen, la santa Iglesia no ha cesado, para realizar la obra en la que no podía fallar, de dirigir a sus hijos una triple invitación: a la oración, a la generosidad y, para algunos, a la entrega de sí mismos. Hoy, de nuevo, las misiones, sobre todo las de África, esperan del mundo católico esta triple asistencia». (PÍO XII, Carta Encíclica sobre las misiones, especialmente en África, Fidei Donum, n. 13)

«Entre las formas de participación, [en la cooperación misionera] el primer lugar corresponde a la cooperación espiritual: oración, sacrificios, testimonio de vida cristiana. La oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte eficaz por medio de la gracia divina. San Pablo, en sus Cartas, pide a menudo a los fieles que recen por él, para que pueda anunciar el Evangelio con confianza y franqueza. A la oración es necesario unir el sacrificio. El valor salvífico de todo sufrimiento, aceptado y ofrecido a Dios con amor, deriva del sacrificio de Cristo, que llama a los miembros de su Cuerpo místico a unirse a sus padecimientos y completarlos en la propia carne (cf. Col 1, 24)». (Juan Pablo II, Carta Encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero, Redemptoris Missio, n. 78)

«El Evangelio del sufrimiento significa no sólo la presencia del sufrimiento en el Evangelio, como uno de los temas de la Buena Nueva, sino además la revelación de la fuerza salvadora y del significado salvífico del sufrimiento en la misión mesiánica de Cristo y luego en la misión y en la vocación de la Iglesia». (Juan Pablo II, Carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, Salvifici Doloris, n. 25)

«Por esto, la Iglesia ve en todos los hermanos y hermanas de Cristo que sufren como un sujeto múltiple de su fuerza sobrenatural. ¡Cuán a menudo los pastores de la Iglesia recurren precisamente a ellos, y concretamente en ellos buscan ayuda y apoyo! [...] Los que participan en los sufrimientos de Cristo conservan en sus sufrimientos una especialísima partícula del tesoro infinito de la redención del mundo, y pueden compartir este tesoro con los demás». (Juan Pablo II, Carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, Salvifici Doloris, n. 27)

De los escritos del B. Paolo Manna

«El medio de los medios (en la cooperación misionera): ¡La oración! De tres especies son las ayudas que se pueden dar a las misiones: oraciones, personal y medios económicos». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 264)

«Entre los medios que Nuestro Señor ha puesto en nuestras manos para poder cooperar en la propagación de la fe y en la salvación de las almas, el más eficaz e indispensable y también el más fácil es aquel de la oración». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 265)

«La oración es el medio más fácil, no requiere ni esfuerzo físico, ni gastos, ni viajes, ni trabajo, ni sufrimientos, ni martirio. Una Misa, una comunión, la ofrenda a Dios de nuestra jornada con sus gozos y con sus penas, una palabra, un deseo, un pensamiento valen más que una vistosa limosna». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 266)

«Con sus fervientes oraciones ustedes pueden ser eficaz instrumento de salvación para tantos infelices que tal vez no conocerán nunca sobre esta tierra, pero que en el cielo les deberán una gratitud perenne». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 271)

«Es a los pies del crucifijo, más que en las mejores habilidades y dotes de los predicadores, donde se han de buscar los secretos de un fecundo apostolado». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 271)

«Dios podía salvar este y otros mil mundos con un simple acto de su voluntad, y en cambio quiso salvarlo con los sufrimientos, las oraciones y las enseñanzas de su Hijo Unigénito. Y así como se realizó la Redención, así quiere aplicar sus méritos a los hombres, es decir, a través de los sufrimientos, las oraciones y las enseñanzas de Su Iglesia». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 273)

«Es además cosa sumamente eficaz unir a la oración también la ofrenda de nuestros sufrimientos e interesar a los pobres afligidos, a los enfermos para que den un fin apostólico a sus sufrimientos ofreciéndolos al Corazón de Jesús por las misiones. Jesús ha salvado el mundo por medio de la Cruz, y es sólo y siempre por medio de la la expiación como se salvan y se salvarán las almas». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, p. 275)

«El crucifijo lo es todo para el misionero. ¡Es su fuerza, su consuelo, su ejemplo, su valentía, su triunfo! El Crucifijo es la explicación del Misionero, y sin el Crucifijo, del misionero no queda siquiera una idea». (P. Manna, Operarii autem pauci! La vocazione alle missioni estere, Milán 1960, op. cit., p. 153)

«No entiende su vocación de misionero quien aceptando la parte activa de su ministerio de enseñar, predicar, bautizar, no acepta también la parte pasiva de víctima por Jesús, de víctima con Jesús para obtener la conversión de las almas». (P. Manna, Virtù Apostoliche. Lettere ai missionari, Bologna 1997, p. 403)

Preguntas para la reflexión

  • ¿Con qué frecuencia oro por los misioneros?
  • ¿Acepto las dificultades y los sufrimientos con confianza en Dios y los ofrezco por las misiones y los misioneros?
  • ¿Qué tanto me doy cuenta de que mi libre y consciente aceptación y ofrecimiento del sufrimiento en unión con Cristo tiene un poder salvador?

ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, en la dificultad y en las enfermedades, danos la fuerza de unir nuestros sufrimientos y nuestras enfermedades a la cruz de Cristo. Con confianza, te pedimos que nunca nos olvides: Tu estás siempre con nosotros. Haz que no vacilemos en la fe cuando esperamos por mucho tiempo una gracia tuya. Da a nuestros misioneros y misioneras, a través de nuestra oración, fuerza y consuelo a ellos y a los enfermos que no tienen esperanza. Te imploramos, haz que a través de la ofrenda de nuestros sufrimientos, se refuerce la fe y el amor en todo el mundo. Llama otra vez a muchos jóvenes de todas las naciones a seguirte en el servicio misionero. Padre clementísimo, confiamos que en Tu reino se secarán todas las lágrimas, porque la muerte es vencida junto con los sufrimientos y enfermedades. En nuestro camino hacia Ti, quédate siempre con nosotros. Amen.