La Iglesia o será santa o su existencia carecerá de sentido
(Beato Paolo Manna)
Las cualidades de la Iglesia
De las Sagradas Escrituras
«Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos». (Ef 4,5-6)
«Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí». (Jn 17,21-23)
Del Magisterio de la Iglesia
«“Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica” (LG 8). Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí (cf. DS 2888), indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. La Iglesia no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, católica y apostólica, y Él es también quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades». (Catecismo de la Iglesia católica, 811)
«Jesucristo quiere que su pueblo se desarrolle por medio de la fiel predicación del Evangelio, y la administración de los sacramentos, y por el gobierno en el amor, efectuado todo ello por los Apóstoles y sus sucesores, es decir, por los Obispos con su cabeza, el sucesor de Pedro, obrando el Espíritu Santo; y realiza su comunión en la unidad, en la profesión de una sola fe, en la común celebración del culto divino, y en la concordia fraterna de la familia de Dios». (Conc. Vat. II, Decreto sobre el Ecumenismo, Unitatis Redintegratio, 2)
«La Iglesia, cuyo misterio está exponiendo el sagrado Concilio, creemos que es indefectiblemente santa. Pues Cristo, el Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espíritu Santo es proclamado “el único Santo”, amó a la Iglesia como a su esposa, entregándose a Sí mismo por ella para santificarla (cf. Ef 5,25-26), la unió a Sí como su propio cuerpo y la enriqueció con el don del Espíritu Santo para gloria de Dios». (Conc. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, 39)
«La Iglesia ha nacido con el fin de que, por la propagación del Reino de Cristo en toda la tierra, para gloria de Dios Padre, todos los hombres sean partícipes de la redención salvadora, y por su medio se ordene realmente todo el mundo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo Místico, dirigida a este fin, se llama apostolado, que ejerce la Iglesia por todos sus miembros y de diversas maneras». (Conc. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos, Apostolicam Actuositatem, 2)
«La palabra “católica” significa “universal” en el sentido de “según la totalidad” o “según la integridad”. La Iglesia es católica en un doble sentido: Es católica porque Cristo está presente en ella. “Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica”. (...) Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano». (Catecismo de la Iglesia católica, 830-831)
«La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: los doce Apóstoles del Cordero (Ap 21, 14); es indestructible (cf. Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás Apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos». (Catecismo de la Iglesia católica, 869)
De los escritos del B. Paolo Manna
«Como en cualquier reino, también en la Iglesia de Cristo, que es el Reino de Dios, la unidad es la condición de la vida y de la existencia. La Iglesia de Cristo debe ser totalmente una, una en la doctrina, una en el culto, una en el gobierno. ¡Cuántas veces ha hablado Jesús de esta unidad!». (P. Manna, Lettere sparse, en: Scritti, vol. 64, p. 273)
«La Iglesia o es santa o no tiene razón de ser. Es la esposa del Hijo de Dios y su destino y vocación es conducir a sus hijos a la santidad». (P. Manna, Lettere sparse, en: Scritti, vol. 64, p. 285)
«La catolicidad es el carácter de la verdadera Iglesia. La Iglesia particular de una determinada nación no puede ser la Iglesia del Padre común a todos. [...] La verdadera Iglesia, la Iglesia que enseña la verdad, la Iglesia fundada por la Verdad eterna debe ser católica, debe ser universal, tanto en cuanto a las personas como en cuanto a los lugares y los tiempos». (P. Manna, Lettere sparse, en: Scritti, vol. 64, p. 298)
« La Iglesia es apostólica porque es la única que deriva directamente de los Apóstoles, a través de una sucesión ininterrumpida de los obispos». (P. Manna, Lettere sparse, en: Scritti, vol. 64, p. 298)
«Sin la misión divina, la Iglesia no existiría o, existiendo, moriría, como muere un árbol que ya no echa nuevos brotes. Una Iglesia que ya no tuviera Apóstoles sería una Iglesia acabada: sus días estarían contados y ya se oiría el repique de las campanadas de su funeral». (P. Manna, La conversione del mondo infedele, Milán 1920, pp. 20-21)
Preguntas para la reflexión
- ¿Me resulta más fácil ver las debilidades de los pastores de la Iglesia o bien rezar por ellos?
- ¿Me esfuerzo por defender la santidad, la unidad y la universalidad de la Iglesia en las conversaciones diarias con las distintas personas?
- ¿Cuál es mi compromiso personal con el apostolado de la Iglesia?
Oración a María Santísima Madre de la Iglesia
¡Oh Virgen María, Madre de Dios, Madre santísima de la Iglesia! A ti te encomendamos a toda la Iglesia. Tú, "Auxilio de los Pastores", protege e intercede por los Pastores de la Iglesia en su misión apostólica. Cuida de todos los religiosos y de los fieles que les sostienen en su duro trabajo.
Tú, que por voluntad de tu Divino Hijo, en el momento de su muerte salvadora, te convertiste en Madre del discípulo amado, acuérdate del pueblo cristiano que te ha sido encomendado. Acuérdate de todos tus hijos, intercede ante Dios por sus peticiones, mantén firme su fe, fortalece su esperanza y enciende su amor.
Mira con misericordia a nuestros hermanos separados y dígnate unirnos, tú que has engendrado a Cristo, Mediador entre Dios y los hombres.
Oh templo de la luz sin sombra y sin mancha, intercede por nosotros ante tu Hijo Unigénito, Mediador de nuestra reconciliación con el Padre, para que nos muestre misericordia en nuestras debilidades y aleje de nosotros toda discordia, derramando en nuestras almas la alegría del amor. Amén.