II DOMINGO DE ADVIENTO (AÑO B)

16 mayo 2024

Is 40,1-5.9-11;
Sal 84;
2Pd 3,8-14;
Mc 1,1-8

COMENTARIO BÍBLICO-MISIONERO

La invitación y el ejemplo de Juan el Bautista – El mensajero-misionero de Aquel que viene

Como en todo segundo de Adviento, el evangelio de hoy nos propone reflexionar sobre el mensaje y la persona de Juan Bautista, el precursor de Cristo. Los detalles del pasaje evangélico de San Marcos nos invitan a considerar al menos tres aspectos importantes para nuestra vida de discípulos-misioneros de Cristo.

1. «Voz del que grita en el desierto»

Juan es presentado como el profeta que asume en sí mismo –en sus palabras y acciones– las características de los profetas de la tradición de Israel. Su voz en el desierto recuerda las palabras del profeta Isaías, que proclamó en nombre de Dios el inicio de un nuevo éxodo, una nueva salida, la del exilio de Babilonia, como lo indica el mismo evangelista (Mc 1,3; cf. Mt 3,3). Además, la mención tan detallada de los vestidos de Juan Bautista, hace eco al modo de vestirse del profeta Elías (cf. 2Re 1,8) y las langostas de las que él se nutre cada día, hacen referencia un estilo de vida austero y penitente, distintivo de los profetas.

A tal propósito, subrayo que: ¡Todo profeta de Dios, por lo tanto, es un enviado especial para el pueblo y hablará siempre en el nombre de Dios y de las cosas que Dios le pida decir! Es, o sea, el misionero de Dios. Así sucedió también con Juan el Bautista, presentado como el profeta mandado por Dios como su mensajero especial para preparar la venida de Cristo-Hijo de Dios, como subrayaba el evangelista Marco al inicio de su evangelio con la cita del profeta Malaquías

 (Mc 1,2; cf. Ml 3,1; el texto es considerado por el evangelista Marco como de Isaías, al que inmediatamente después). Juan será después alabado por Jesús mismo como “el más grande de entre los nacidos”, “más que un profeta”, efectivamente, “el mensajero” de Dios (cf. Lc 7,27-28; Mt 11,9-11). La referencia particular del “desierto” como el lugar de la vocación y el inicio de la actividad del Bautista sirven no sólo para señalar el cumplimiento del anuncio profético de Isaías (cf. Lc 3,4; Is 40,3) o para volver a vivir la experiencia del éxodo, sino también para imaginar un cuadro espiritual general del tiempo e intuir una conexión entre la entrada en escena del Bautista y la renovación escatológica del pueblo. El profeta-misionero de Dios, actúa casi siempre en el desierto, ¡también cuando lo hace en una ciudad superpoblada como Shanghái, Nueva Delhi, Lagos o Sao Paolo! De todas maneras, el hecho no lo atemoriza, ni desanima, porque sabe que está allá no por propia voluntad, ¡sino por una misión confiada a él por la Palabra de Dios!

2. «[Juan Bautista predicaba] un bautismo de conversión para el perdón de los pecados»

Aunque es descrito como un profeta, Juan tiene algo especial: la esencia de su predicación es presentada como exhortación a la conversión, más aún, «un bautismo de conversión para el perdón de los pecados». Jesús mismo confirmará la necesidad de la conversión personal al evangelio en su primerísima proclamación: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15). De este modo, se puede ver, por un lado, la validación por parte de Jesús del mensaje de Juan Bautista y, por otro, emerge con claridad la figura de Juan como predicador del evangelio, de la Buena Noticia de Dios proclamada por Jesús, el Mesías Hijo de Dios, en la plenitud de los tiempos. Juan, por tanto, es un profeta particular, el profeta-mensajero mesiánico que tiene el gran honor de preparar en primera persona la venida del reino mesiánico, inaugurado por Cristo

En el plano espiritual, la llamada de Juan el Bautista continúa siendo válida para todo “bautizado” actual, en el tiempo presente de la espera de la venida del Señor. El mismo Señor Jesús nos ha amonestado, sin medias tintas, contra toda hipocresía y pereza espiritual sin una verdadera conversión de los pecados: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7,21). Todos los bautizados, los de aquel tiempo como los de ahora, son llamados al compromiso serio para la conversión, que lleva a la fe madura «que actúa por el amor», como el apóstol San Pablo subraya en Gal 5,6, justamente en la misma línea de pensamiento de Santiago apóstol (St 2,14-26). Esta fe genuina y madura lleva naturalmente compartir gozosamente la vida del reino de los cielos con los otros, al compromiso “misionero” en la “predicación mesiánica” del Reino de Dios a todos y en todo tiempo, así como Juan Bautista lo ha hecho.

3.En preparación a Aquel que «bautizará con Espíritu Santo»

A pesar de la dureza del lenguaje típico de los profetas, que querían sacudir la consciencia espiritual dormida de muchos, la predicación mesiánica de Juan Bautista abre el horizonte a un futuro de esperanza, indicando la figura de «el que viene», el mesías de Dios, que «bautizará con Espíritu Santo» (Mc 1,8). La referencia al bautismo en Espíritu Santo, es decir, a la inmersión en el Espíritu divino, con la venida de Cristo, enfatiza el cumplimiento del sueño de los profetas de Israel con respecto a los tiempos finales, cuando Dios infundirá su Espíritu sobre toda criatura, según el anuncio del profeta Joel (cf. Joel 3,1-5), acentuado después por San Pedro apóstol en su primera predicación misionera en el día de Pentecostés (cf. Hch 2,17-18).

Por lo tanto, hoy a todos los cristianos bautizados se les recuerda y se les reclama la vida en el Espíritu que han recibido como don por Cristo, para vivir en profundidad el tiempo de Adviento, en el que todos somos llamados a la conversión en vista a la venida del Señor. Mantengamos siempre en el corazón esas palabras de la segunda carta De San Pedro apóstol, escuchadas hoy: «El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión» (2Pd 3,9).

En realidad, el regreso a Dios, a Cristo-su Hijo y al Espíritu Santo, el otro Paráclito-consolador, nos donará de nuevo la consolación divina en las adversidades y en la alegría, tanto en la vida como en el anuncio de la fe.. A este propósito, queremos reportar un pasaje importante del Papa Francisco en el mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2022: «todo discípulo misionero de Cristo está llamado a reconocer la importancia fundamental de la acción del Espíritu, a vivir con Él en lo cotidiano y recibir constantemente su fuerza e inspiración. Es más, especialmente cuando nos sintamos cansados, desanimados, perdidos, acordémonos de acudir al Espíritu Santo en la oración, que —quiero decirlo una vez más— tiene un papel fundamental en la vida misionera, para dejarnos reconfortar y fortalecer por Él, fuente divina e inextinguible de nuevas energías y de la alegría de compartir la vida de Cristo con los demás».

¡Así sea! Amen.

 

Sugerencias útiles:

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio Homilético

92. En estos domingos se leen diversas profecías mesiánicas clásicas de Isaías. […] «Una voz grita: “En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios”» (Is 40,3; II domingo B). Los cuatro evangelistas reconocen el cumplimiento de estas palabras en la predicación de Juan en el desierto. En el mismo Isaías se lee: «Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos – ha hablado la boca del Señor –» (Is 40,5). Esto se dice del último día. Esto se dice de la Fiesta de Navidad.

93. Es impresionante cómo en las diversas ocasiones en las que Juan Bautista aparece en el Evangelio se repite con frecuencia el núcleo de su mensaje sobre Jesús: «Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo» (Mc 1,8; II domingo B). El Bautismo de Jesús en el Espíritu Santo es la conexión directa entre los textos a los que nos hemos referido hasta ahora y el centro hacia el que este Directorio atrae la atención, es decir, el Misterio Pascual, que se ha cumplido en Pentecostés con la venida del Espíritu Santo sobre todos los que creen en Cristo. El Misterio Pascual viene preparado por la Venida del Hijo Unigénito engendrado en la carne y sus infinitas riquezas serán posteriormente desveladas en el último día. […]

94. El Leccionario del tiempo de Adviento es, de hecho, un conjunto de textos del Antiguo Testamento que convencen y que, de modo misterioso, encuentran su cumplimiento en la Venida del Hijo de Dios en la carne. Como siempre, el homileta puede recurrir a la poesía de los profetas para describir a los cristianos aquellos misterios en los que ellos mismos son introducidos a través de las Celebraciones Litúrgicas. Cristo viene continuamente y las dimensiones de su venida son múltiples. Ha venido. Volverá de nuevo en gloria. Viene en Navidad. Viene ya ahora, en cada Eucaristía celebrada a lo largo del Adviento. A todas estas dimensiones se les puede aplicar la fuerza poética de los profetas. […] «Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen» (Is 40,1-2; II domingo B).

Catecismo de la Iglesia Católica

523 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). “Profeta del Altísimo” (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22; Lc 16,16); desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser “el amigo del esposo” (Jn 3, 29) a quien señala como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Precediendo a Jesús “con el espíritu y el poder de Elías” (Lc 1, 17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).

719 Juan es “más que un profeta” (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el “hablar por los profetas”. Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la “voz” del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, “vino como testigo para dar testimonio de la luz” (Jn 1, 7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las “indagaciones de los profetas” y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12): “Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios” (Jn 1, 33-36).

1042 Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud. Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado:

La Iglesia [...] «sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo [...] cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando, con la humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente renovado en Cristo» (LG 48).

1043 La sagrada Escritura llama “cielos nuevos y tierra nueva” a esta renovación misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Esta será la realización definitiva del designio de Dios de “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” (Ef 1, 10).»