El Beato Paolo Manna y la unidad de la Iglesia en la semana de oración por la unidad de los cristianos (18-25 de enero de 2021)

21 enero 2021

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El 16 de enero se cumplen 149 años del nacimiento del Beato Paolo Manna, que en 1916 fundó la Unión Misionera del Clero, más tarde llamada Pontificia Unión Misional, y en 1924 fue superior general del PIME. El padre Manna en 1941 escribió el libro “Los hermanos separados y nosotros”, un libro único en su género, que presenta el problema de la unidad de la Iglesia en toda su urgencia para una acción misionera eficaz. El padre Ciro Biondi, un hermano del Beato, relata: «Le importaba mucho la unidad de los cristianos: es el primer italiano en escribir un libro sobre la unidad de los cristianos, “Los hermanos separados y nosotros”, un desafío que el Papa Francisco hoy ha hecho suyo y que cada vez se hace más rico de encuentros y gestos significativos. En esos años nadie hablaba de estas cosas, por eso Pablo VI lo definió “el mayor ecumenista del siglo”. Han sido reconocidas algunas peculiaridades en Maná que quizás el tiempo ha empañado un poco. Para él la unidad de los cristianos era la conditio sine qua non de la evangelización. Sin ella, no se puede planificar absolutamente nada, ni es creíble proclamar el Evangelio. Además, añadía que el mayor obstáculo para la evangelización mundial es precisamente la división entre los cristianos. El texto escrito por el padre Manna fue considerado un «manual de Ecumenismo» para los sacerdotes inscritos en la Unión Misional, y pronto obtuvo un apoyo generalizado, no solo entre los estudiosos católicos. En él recomienda que sea estudiado en los seminarios y añade que «para entenderse hay que verse»: se necesitan contactos entre cristianos divididos, promoviendo conferencias, diálogos, visitas, para poder crear una base de conocimiento y confianza. Pero todo es inútil, agrega Manna, «si no se elimina el obstáculo del pecado, que está al origen de la grave situación y es también la causa de su perpetuación. Es necesario que los cristianos divididos vuelvan en sí, se humillen al reconocer sus errores, se adhieran más a Dios e imploren su ayuda con fervientes oraciones. La reconstrucción del cristianismo unido en su unidad original es un hecho absolutamente espiritual y solo puede llevarse a cabo por los caminos del Espíritu».