El Simposio de Misionología “Bautizados y enviados en un tiempo de grandes cambios” sobre el tema “Comprensión teológica de la misión en la actualidad” ha sido celebrado en Santiago de Chile del 6 al 8 de agosto de 2019, en el Seminario Pontificio San Rafael. Han podido intervenir 32 participantes de 15 de las 26 diócesis del país. Durante el Simposio se han explorado tres temas: discernir nuestro tiempo, iluminar el camino y nuevas perspectivas para la misión en Chile. Un relator ha invitado a los participantes a reflexionar sobre cada tema. Abordando el primer tema, gracias a la intervención del Dr. Justino Gómez de Benito, sociólogo, se ha realizado una lectura de la realidad sociocultural y religiosa de la sociedad chilena y latinoamericana. Discernir significa mirar hacia la realidad de los cambios, un ejercicio necesario para comprender la actualidad, descifrar los signos y buscar caminos de evangelización que respondan a estos nuevos desafíos, comprendiendo también lo importante que es el diálogo con los nuevos interlocutores de estos tiempos.
En cuanto al segundo punto, iluminar el camino, el padre Leonardo Rodríguez, Director nacional de la OMP en Uruguay y Coordinador de las OMP para América, ha presentado la riqueza del magisterio misionero de la Iglesia y el camino recorrido por la Iglesia latinoamericana a través de las Conferencias Generales y los Congresos Misioneros Latinoamericanos y Americanos. Ha concluido su reflexión exponiendo las líneas principales del pensamiento misionológico del Papa Francisco y los retos de esta nueva etapa evangelizadora. Por último, en cuanto a los nuevos horizontes de la Misión en Chile, el padre Ronald Flores, misionólogo de la Pontificia Universidad Urbaniana, ha ayudado a los participantes a buscar nuevas perspectivas y desafíos. Explicando que la Iglesia en Chile ha recibido lentamente la missio ad gentes, los participantes han comprendido la necesidad de una formación más sistemática y permanente para la profundización teológica de la identidad misionera del discipulado. Además han considerado como algo muy positivo la comprensión de la misión: como encuentro y escucha activa de las situaciones humanas en los diversos ambientes; como diálogo intercultural, ecuménico e interreligioso para la realidad de sociedades cada vez más multiculturales y multirreligiosas; como compromiso con una misión de anuncio del Evangelio de forma más alegre, proclamadora y kerigmática, una misión que es profética, porque implica un compromiso con el mundo; como servicio al Reino y a su justicia, acogiendo los gritos de los pobres y de los más excluidos. Una misión que es universal no pertenece a unos pocos, sino que pertenece al Pueblo de Dios con su rica diversidad de carismas y ministerios, en un camino compartido por todos aquellos (sinodalidad) que habitan esta misma Casa Común.