
Martes 10 Octubre 2023
Jn 3,1-10;
Sal 129;
Lc 10,38-42
En el evangelio de hoy, Jesús visita la casa de Marta y María, no sólo como su amigo, sino sobre todo como Maestro. A partir de entonces, su casa se convierte en un lugar de proclamación y escucha de la palabra de Dios. La casa ordinaria se convierte en una pequeña iglesia, donde hay un lugar para escuchar, predicar y contemplar a Dios.
Marta vivió esta visita como la de un gran invitado. María leyó en esto un profundo significado espiritual. Ambas hermanas querían mostrar el debido respeto al Maestro, pero cada una de manera diferente. Marta está tan agitada que su corazón empieza a estar inquieto y preocupado. La mayoría de nosotros experimentamos las prisas cuando estamos ocupados con diversas tareas, problemas o servicios a realizar desde la mañana hasta la noche. El beato Edmund Bojanowski repitió que “el hombre tiene una vida hermosa cuando está abierto a Dios”. La apertura a Dios es escuchar sus palabras. Esto es lo que hizo María: sentada a los pies de Jesús, escuchó lo que él decía. Al escuchar la palabra de Dios, no sólo restamos tiempo a nuestras penas, sino que también devolvemos el sentido a nuestros días. En nuestra agitada vida, a veces olvidamos la oración o no vemos lo importante que es. En cambio, es la mejor parte del día, la oración y la escucha de la palabra de Dios, que a menudo se convierte en una cura para nuestros problemas y preocupaciones diarias. Así que: ¡cambiemos nuestras prioridades en la vida!