
Lunes 9 Octubre 2023
San Dionisio, obispo y compañeros mártires; San Juan Leonardi, sacerdote
Jn 1,1-2,1.11;
De Jn;
Lc 10,25-37
“Anda y haz tú lo mismo” - esta es una tarea que Jesús dejó no sólo a la persona que preguntó al Maestro “quién es mi prójimo”, sino a cada uno de nosotros. El camino de Jerusalén a Jericó, de hecho, no difiere mucho de las calles de nuestras ciudades y pueblos, ni de nuestras casas y de los pasillos de los hospitales. En estos lugares viven tantas personas, y la mitad están como “muertas”, sin ayuda ni apoyo, solas. Tan cerca de nosotros y tan lejos de nuestros corazones. A veces nos resulta difícil ser buenos con estas personas. Es mucho más fácil adoptar la actitud del sacerdote o del levita, que pasan de largo y siguen adelante. Cuántas veces justificamos nuestro corazón diciendo: “hay varias instituciones para ayudar, ¡que otros se ocupen de este hombre!” Jesús nos llama hoy a mantener los ojos abiertos a otras personas, a las que necesitan nuestro apoyo y amor. El buen samaritano no se preguntó si el hombre merecía ese destino o no. Se apiadó de él, se preocupó por él y mostró misericordia: se convirtió en un verdadero prójimo. La parábola de hoy enseña que el amor trasciende todas las diferencias étnicas, sociales y religiosas. Y que todos los hombres se merecen el amor, sin importar quién sea o qué vida haya llevado hasta ahora. Por eso Jesús repite: “Anda y haz tú lo mismo”.